El Ejecutivo japonés ha anunciado oficialmente que comenzará a verter las aguas residuales de la central nuclear de Fukushima al océano Pacífico a partir del 24 de agosto. Esta medida forma parte del proceso de desmantelamiento de la planta nuclear, pero ha causado una gran controversia debido a los posibles efectos adversos en la salud humana y la biodiversidad marina.
Tanto el Gobierno japonés como la empresa propietaria de la planta, Tokyo Electric Power (TEPCO), aseguran que esta operación de vertido es totalmente segura. Además, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha respaldado la decisión, afirmando que tendrá un impacto radiológico insignificante.
La central nuclear de Fukushima ha almacenado agua contaminada en tanques durante más de una década, pero esos tanques están llegando a su límite de capacidad, por lo que el vertido al mar se ha considerado como la mejor opción.
Alrededor del 56% de los ciudadanos japoneses respaldan esta medida, según una encuesta, mientras que un 37% se opone a ella. El sector pesquero de Fukushima y los países vecinos han expresado críticas y preocupaciones sobre la reputación de los productos pesqueros y los posibles impactos en el medio ambiente. De hecho, China ha impuesto restricciones a la importación de alimentos japoneses como respuesta a esta medida japonesa.
La empresa TEPCO tiene previsto verter un total de 7.800 toneladas de agua tratada al mar a lo largo de 17 días a partir del 24 de agosto, con el objetivo de liberar 31.200 toneladas para finales de marzo de 2024. Además, se realizarán pruebas exhaustivas para monitorear los posibles impactos en el agua del mar y la vida marina. El gobierno japonés ha prometido que responderá ante cualquier daño ambiental o en la salud de las personas que pudiera derivarse de este vertido.
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